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sábado, 3 de abril de 2010

La frustración de ser Nica





Hace varios años me encontraba en Tashkent, la capital de Uzbekistán, en Asia Central, conversando con un alto funcionario de la Oficina Central de Estadísticas. Este señor había crecido bajo el comunismo -cuando le pidió matrimonio a su novia lo hizo al pie de una gigantesca estatua de Lenin, como muestra de su sinceridad y de su gran amor por ella-. Una de las preguntas que le hice era porqué el comunismo no funcionó -hablando desde un punto de vista de funcionario estatal y no como artista o empresario potencial- y me dijo: “Los comunistas hacían unas tremendas cagadas y luego se pasaban años tratando de componerlas. Cuando lograban componerlas se felicitaban entre ellos mismos, celebrando la gran hazaña que significaba haber arreglado la cagada que ellos mismos habían causado.”

Años después veo a la política nicaragüense y me siento igual que mi amigo de Tashkent, con una gran diferencia: las cagadas se hacen tanto en la izquierda como en la derecha, ambos bandos celebran por adelantado el arreglo de sus cagadas mientras el país sigue atrasándose en relación a nuestros vecinos Centroamericanos. Aunque ya tenemos diarios digitales, casinos, cable con un cachimbo de canales, y hasta una primera dama exótica, cuando viajamos a Honduras, a El Salvador, a Guatemala y a Costa Rica, nos da envidia; mucha envidia. Reconocemos que la hemos cagado y volvemos amargados a Nicaragua. Ay, jueputa, que frustrante es ser Nica.

Mientras la izquierda Salvadoreña se consolida como una izquierda pro-mercado y pro-bienestar de los pobres, sin retórica estridente y con políticas económicas y sociales consistentes con un Estado de derecho, la izquierda Nica mantiene un clima de hipocresía en el cual se despotrica al Imperio al mismo tiempo que le hace reverencias profundas al FMI. Mientras el militarismo en Centroamérica reduce su influencia política, aquí tratamos de comprar a los militares con favores económicos para poder reducir la imparcialidad de las fuerzas armadas. Mientras nos jactamos de ser un paraíso para la inversión extranjera, Daniel se manifiesta despectivamente en contra de los explotadores capitalistas, creando un clima de incertidumbre y desconfianza entre cualquiera que haya pensado invertir en el país.

Es frustrante ser Nica cuando todo mundo sabe que Arnoldo nos ha traicionado varias veces para salvar su pellejo. Ha hecho grandes cagadas y a celebrado con mucho bombo y platillo las veces que ha salido de ellas. Mientras tanto, cualquier alternativa al FSLN aparece como una pandilla de hampones solamente interesados en conseguir una buena chamba o cargarse los bolsillos sin vergüenza alguna. ¿Qué no? Cuántas veces se ha pactado con Daniel para salvar al gordo? ¿Cuantas veces se han aceptado tácitamente resultados de elecciones completamente fraudulentas? ¿Cuántas veces se ha intentado matar al mensajero cuando sus noticias dicen claramente que la cúpula liberal está viciada?

Ante esta frustración nos quedan pocas alternativas. Las únicas que se me ocurren por ahora son las siguientes:

1. Ignorar al gobierno central y forjar nuestro propio destino. Hemos pasado demasiado tiempo viendo al gobierno como la solución de nuestros problemas y no como el obstáculo a nuestro progreso personal.

2. Concentrar nuestros esfuerzos políticos en mejorar los gobiernos municipales. Hay que comenzar a involucrarse en el municipio y trabajar de abajo hacia arriba. Las tareas son más pequeñas, pero los resultados más visibles y más rápidos de ver y palpar.

3. Comenzar a reconstruir los partidos políticos desde abajo, a nivel de barrio. Hay que reconocer que nuestros partidos son pirámides en las cuales se avanza de abajo hacia arriba. Si abajo comenzamos a ser más exigentes, en poco tiempo la cúpula cambia.

4. Reconocer que el civismo político es la única forma de vencer nuestra frustración. 

El precio de lo anterior es que va a tomar tiempo, pero si le preguntamos a nuestros hermanos Salvadoreños, Hondureños, Guatemaltecos y Costarricenses nos daremos cuenta que ellos han pasado años tratando de evitar las grandes cagadas y así han ido poco a poco reduciendo su nivel de frustración.

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